3 de mayo de 2007

La carga del escepticismo


Carl Sagan (1934 - 1996) popular astrónomo y divulgador científico, muy conocido por la serie para la televisión de Cosmos. Fue pionero en campos como la exobiología y promotor del proyecto SETI de Búsqueda de inteligencia extraterrestre.

Sagan, además de ser considerado como un ateo o agnóstico, era un conocido escéptico con un fuerte posicionamiento en contra de las pseudociencias y las religiones en general.

El artículo "La carga del escepticismo", del cual he extraído algunos apartes para mi Blog, apareció publicado originalmente en la revista Skeptical Inquirer, vol. 12, otoño de 1987, con el título "The Burden of Skepticism".

¿Qué es el escepticismo? No es nada esotérico. Nos lo encontramos a diario. Cuando compramos un coche usado, si tenemos el mínimo de sensatez, emplearemos algunas habilidades escépticas residuales (las que nos haya dejado nuestra educación).

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El escepticismo es peligroso. Esa es precisamente su función, en mi opinión. Es menester del escepticismo el ser peligroso, y es por eso que hay una gran renuencia a enseñarlo en las escuelas, es por eso que no encontramos un dominio general del escepticismo en los medios. Por otra parte, ¿cómo evitaremos un peligroso futuro si no poseemos las herramientas intelectuales elementales para hacer preguntas agudas a aquellos que están nominalmente al cargo, especialmente en una democracia?

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Me parece que lo que se necesita es un equilibrio exquisito entre dos necesidades conflictivas: el mayor escrutinio escéptico de todas las hipótesis que se nos presentan, y al mismo tiempo una actitud muy abierta a las nuevas ideas. Obviamente, estas dos maneras de pensar están en cierta tensión. Pero si sólo puedes ejercitar una de ellas, sea cual sea, tienes un grave problema.

Si sólo eres escéptico, entonces no te llegan nuevas ideas. Nunca aprendes nada nuevo. Te conviertes en un viejo cascarrabias convencido de que la estupidez gobierna el mundo (existen, por supuesto, muchos datos que te apoyan). Pero de vez en cuando, quizá uno entre cien casos, una nueva idea resulta estar en lo cierto, ser válida y maravillosa. Si tienes demasiado arraigado el hábito de ser escéptico en todo, vas a pasarla por alto o tomarla a mal, y en ningún caso estarás en la vía del entendimiento y del progreso.

Por otra parte, si eres receptivo hasta el punto de la mera credulidad y no tienes una pizca de sentido del escepticismo, entonces no puedes distinguir las ideas útiles de las inútiles. Si todas las ideas tienen igual validez, estás perdido, porque entonces, me parece, ninguna idea tiene validez alguna. Algunas ideas son mejores que otras. El mecanismo para distinguirlas es una herramienta esencial para tratar con el mundo y especialmente para tratar con el futuro. Y es precisamente la mezcla de estas dos maneras de pensar el motivo central del éxito de la ciencia.

Los científicos realmente buenos practican ambas. Por su cuenta, cuando hablan consigo mismos, amontonan grandes cantidades de nuevas ideas y las critican implacablemente. La mayoría de ellas nunca llega al mundo exterior. Sólo las ideas que pasan por rigurosos filtros salen y son criticadas por el resto de la comunidad científica. A veces ocurre que las ideas que son aceptadas por todo el mundo resultan ser erróneas, o al menos parcialmente erróneas, o al menos son reemplazadas por ideas de mayor generalidad. Y, aunque, por supuesto, existen algunas pérdidas personales (vínculos emocionales con la idea de que tú mismo has jugado un papel inventivo), no obstante la ética colectiva es que, cada vez que una idea así es derribada y reemplazada por algo mejor, la misión de la ciencia ha salido beneficiada.

En ciencia, ocurre a menudo que los científicos dicen: "¿Sabes?, ése es un gran argumento; yo estaba equivocado." Y luego cambian su mentalidad y jamás se vuelve a escuchar de sus bocas esa vieja opinión. Realmente hacen eso. No ocurre tan a menudo como debiera, porque los científicos son humanos y el cambio es a veces doloroso. Pero ocurre a diario. No soy capaz de recordar la última vez que pasó algo así en la política o en la religión. Es muy raro que un senador, por ejemplo, responda: "Ése es un buen argumento. Voy a cambiar mi afiliación política."

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Por ejemplo, tomemos una manía de moda: la canalización. Tiene como premisa fundamental, al igual que el espiritualismo, que, cuando morimos, no desaparecemos exactamente, sino que una parte de nosotros continúa. Esa parte, dicen, puede retomar el cuerpo de un humano u otras criaturas en el futuro, y por tanto, personalmente, la muerte pierde mucha amargura para nosotros. Y lo que es más, tenemos una oportunidad, si los argumentos de la canalización son ciertos, de contactar con seres queridos que han muerto.

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Ahora reconsideremos la canalización. Hay una mujer en el Estado de Washington que afirma entrar en contacto con alguien que tiene 35,000 años de edad: Ramtha (quien, por cierto, habla muy bien inglés con lo que me parece un acento indio). Supongamos que tenemos a Ramtha aquí y supongamos que Ramtha es cooperativo. Podríamos hacer algunas preguntas: ¿Cómo sabemos que Ramtha vivió hace 35,000 años? ¿Quién está llevando la cuenta de los milenios que se interponen? ¿Cómo es que son exactamente 35,000 años? Eso es un número muy redondo. ¿35,000 más qué, o menos qué? ¿Cómo eran las cosas hace 35,000 años? ¿Cómo era el clima? ¿Dónde vivió Ramtha? (sé que habla inglés con un acento indio, pero ¿dónde se hablaba así hace 35,000 años?) ¿Qué come Ramtha? (los arqueólogos saben algo sobre lo que comía la gente por aquel entonces).

Tendríamos una buena oportunidad de descubrir si sus afirmaciones son ciertas. Si fuera realmente alguien de hace 35,000 años, podríamos aprender mucho sobre hace 35,000 años. Por tanto, de una manera u otra, o Ramtha es realmente alguien de hace 35,000 años, en cuyo caso descubriremos algo sobre ese periodo (que es anterior a la glaciación de Wisconsin, una época interesante), o es un farsante y se equivocará. ¿Cuáles son los idiomas indígenas, cómo es la estructura social, con quién más vive Ramtha (hijos, nietos), cuál es el ciclo de vida, la mortalidad infantil, qué ropas lleva, cuál es su esperanza de vida, qué armas, plantas y animales hay? Dinos. En cambio, lo que oímos son las homilías más banales, indistinguibles de las que los supuestos ocupantes de los OVNIs les dicen a los pobres humanos que afirman haber sido abducidos por ellos.

Haz clic aquí para leer el documento completo, traducido por Gabriel Rodríguez Alberich y publicado en la revista Astronomía Digital en castellano con el permiso de Ann Druyan, viuda de Carl Sagan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen material.

Anónimo dijo...

Has completado unos buenos puntos allí. Hice una búsqueda sobre el tema y encontró la mayoría de las personas tendrán la misma opinión con su blog.

Anónimo dijo...

Dulce sitio web, yo no hubiera venido a través de su blog antes en las búsquedas! Llevar adelante la obra excepcional!

Anónimo dijo...

¿Cómo puedo pedirle más detalles? Gran post necesidad de saber más ...